miércoles, 9 de diciembre de 2015

La importancia del Coaching en los procesos empresariales y sus herramientas.


Hay quién se extraña porque el coaching utiliza como herramienta más habitual la pregunta, y de forma añadida otras como las dinámicas, la música, u otras no habituales desde un punto de vista técnico y de altos vuelos, con altas dosis de sentido cognitivo. Se extrañan de la no sofisticación – aparentemente – de las herramientas, de no verse sorprendidos por el elemento externo: el entrenador o coach. En ocasiones se nos exige resultados con las mismas herramientas que usan las empresas; cuando en realidad los resultados se dan por la determinación firme del cliente hacia el cambio, haciendo algo distinto de lo que hasta ahora no le dio los resultados deseados.

Esto pudiera ser, y lo es, un hándicap que el entrenador experto debe solventar, porque los coaches no somos elementos externos, como lo pudiera ser un consultor; somos el acompañante que cuestiona y hace reflexionar sobre las verdades básicas que todos tenemos y las creencias establecidas per se, nos convertimos – sin ser consejeros – en el Pepito Grillo de nuestro Pinocho interior.

Cuesta sacar al cliente de su ámbito, para que sea capaz de obtener otro punto de vista. En ciertas circunstancias invito a algunos clientes a que paseemos por el campo, haciendo senderismo, o a tomar café en espacios de ensueño, o a visitar lugares fuera del normal trasiego empresarial. Salimos de la rutina.

¿Dudamos hoy de Platón o de Sócrates? El coaching aunque es una técnica relativamente nueva, sin embargo era muy usada en la antigüedad; cercana a la mayéutica, al método socrático que mediante preguntas que se van haciendo, el cliente consigue descubrir nociones que en él estaban latentes, y quizás se negaba – por cuestiones diversas – a optimizar.

¿Alguien no se ha emocionado con una música, quién no ha respirado profundo al amparo de una música y ha dicho “puedo…” o “necesito…”? Platón decía que la música era para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.

Tras muchos años – veintiocho – en la empresa privada de carácter tecnológico (TICs), en pymes y en multinacionales, he verificado velocidades y tomas de decisiones a veces no acertadas – no por mi visión, sino por lo empírico de los hechos en el tiempo –. A la par, mi vida particular frecuentaba círculos donde la filosofía y el pensamiento se envolvían en preguntas. “Haz la pregunta de forma correcta y en ella hallaras implícitamente la respuesta”, fue una de las muchas enseñanzas que aprendí. Y por fortuna o por búsqueda, llegué al coaching.

Fue un momento mágico, desde mis primeros pasos comprendí que los conceptos de coaching y consultoría, aunque fuesen distintos, podían aunarse, no tenían por qué ser antagónicos. Usando el coaching de forma transversal podía lograr excelentes resultados del análisis de procesos, de la reingeniería de procesos, de los sistemas de triple impacto e incluso de las herramientas de innovación. Con esta simbiosis se consiguen espacios amables, seguros y competitivos. Me di cuenta que en las empresas se reducía notablemente el rechazo al cambio, porque el cambio nacía del seno de la propia empresa, no era dictado ni impuesto.

Me di cuenta que las personas podían crecer junto con las empresas, y esto es un elemento motivador. En mis años en grandes multinacionales me he dado cuenta que existen departamentos de Recursos Humanos que son el menos humano de los recursos; por el contrario, me he encontrado profesionales de estos departamentos que tienen otra alma, y tienen la convicción que es necesario cambiar el sentido de estos espacios, y convertirlos en Departamentos de la Felicidad.

¿Sabíais que la felicidad es productiva? Un empleado, trabajador o colaborador feliz – o que se sienta feliz – genera en su entorno, a su alrededor, un halo más proclive a la productividad que otro en constante desacuerdo y enfrentamiento con la empresa, el empresario y su entorno laboral (léase jefes, jefechillos, jefazos o incluso compañeros).

Si nos pasamos casi una tercera parte de nuestra vida, o más, en el entorno laboral, ¿por qué hacerlo en un habiente hostil?, ¿qué resultados tendríamos si el habiente laboral fuese armónico?, ¿cómo influiría en la empresa si la implicación laboral fuese máxima?, ¿qué separa al individuo del proyecto empresarial?, ¿conoce el proyecto empresarial lo suficiente como para implicarse en él?

¿Cómo influiría en nuestras empresas si se diese un espacio para la reflexión, cuestionar métodos y buscar soluciones?

También es bueno crecer.


Manuel Jigato Rubio
Coach Ejecutivo y
CEO de QuercusBPR


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